Vamos a empezar por decir que el envejecimiento es un proceso natural e inevitable que podemos ver en nuestra apariencia, pero de manera más profunda, provoca cambios en nuestra estructura corporal, órganos y hasta células.
Sin embargo, estamos en una época en la que buscamos retrasar ese envejecimiento lo más posible, o al menos, disminuir sus efectos. La buena noticia es que los avances médicos y científicos nos permiten saber qué cuidados y estilo de vida podemos llevar para lograr nuestro objetivo.
Y es que no se trata de algo banal; nuestro rostro es nuestra carta de presentación, medio de expresión y, lo más importante, es lo que vemos diariamente al espejo. Precisamente por eso, la cara es la zona que más nos suele preocupar del envejecimiento.
La ventaja es que ahora podemos entender algunas de las áreas donde nuestro cuerpo sufre cambios por el envejecimiento.
El envejecimiento es un proceso normal | Foto: @Freepik
Piel
Como sabes, la piel es nuestra barrera, por ello está expuesta a muchos factores externos que incrementan los signos del envejecimiento, como la exposición solar que hace que la piel se manche, que se adelgace y se arrugue. El tabaco, la contaminación y la temperatura son otros factores contra los cuales nuestra piel lucha diariamente.
También hay factores internos, como la disminución en la cantidad de ácido hialurónico y colágeno, o la reducción en la producción de aceite y grasa, que provoca que la piel se adelgace, pierda hidratación y elasticidad.
Esto, además de afectar el aspecto general de la piel, hace que se repare más lentamente. Por ejemplo, con el tiempo, la curación de una herida puede tardar hasta 4 veces más.
Otra forma en que el tiempo hace estragos en nuestra piel es disminuyendo la cantidad de melanocitos (las células que contienen pigmento), pero los que quedan se vuelven más grandes; eso favorece la aparición de manchas, que pueden ser pigmentadas (lentigos) o manchas hepáticas, que suelen aparecer en zonas expuestas al sol.
Rostro
Tenemos compartimentos grasos en el rostro, son como bolsitas de grasa repartidas especialmente en las mejillas, y con el paso del tiempo van perdiendo volumen. Además, hay zonas de la piel que se unen por medio de ligamentos en planos muy profundos; en ellos, pueden formarse surcos. Si a estos dos factores les sumamos la fuerza de gravedad, podemos ver que el rostro tienda a perder volumen. Un ejemplo de estos efectos del envejecimiento son los surcos nasolabiales o las líneas de marioneta.
El rostro pierde volumen con el paso del tiempo. | Foto: Pexels
Huesos
Con el paso del tiempo, los huesos pierden volumen (el término médico es resorción ósea). Y además de los obvios problemas físicos que ya conocemos bien (como artritis, dolor o tendencia a huesos más frágiles), podemos ver los efectos en pómulos y el área de la mandíbula, que se van viendo menos definidas con la edad.
Flacidez
Es de los factores que más contribuyen al aspecto de envejecimiento, y se debe a la combinación de dos elementos: pérdida de tersura en la piel (por la disminución de proteínas como la elastina o el colágeno) y el efecto de la gravedad.
Hormonas
En las mujeres, la llegada de la menopausia causa una reducción en la producción de estrógeno, y con ello la piel pierde humedad. También facilita que se presenten alteraciones cutáneas.
Además, la regulación de la insulina también puede provocar que la piel se manche o se reseque más fácilmente.
Después de leer toda esta información, seguramente no te quedas tan tranquila, pero la buena noticia es que hoy en día existen muchos tratamientos no invasivos que pueden ayudar a retrasar el envejecimiento y sus efectos, logrando que te veas muy natural y relajada. Si esto además lo acompañas con un estilo de vida saludable, puedes verte y sentirte más joven.
Para los expertos de Senshi Derma Clinic es muy importante el conocimiento del proceso, de la anatomía y de los diferentes tratamientos y tecnologías, ya que así se propone a cada persona lo que su piel necesita para lograr resultados naturales y duraderos.
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