En lo personal me encanta el picante, esa sensación de sentir que se te adormece tantito la lengua que hasta te saca una lagrimita es bastante reconfortante, sin embargo, hay quienes realmente no lo toleran y que además de causarles malestar estomacal, incluso les genera un terrible enojo y angustia, es por eso que queremos compartirte un sencillo secreto para que puedas acabar por completo con lo «chiloso» de tu salsa de enchiladas, chilaquiles y demás.
A mi me gusta bastante la cocina y de hecho, de los primero que aprendi a cocinar cuando pequeña, fue una rica salsa verde para chilaquiles que también sirve para enchiladas.
Desde que comencé a hacerla, siempre agregue picante suficiente para mis gustos, sin embargo, algunas otras personas que han probado mi receta, como por ejemplo mi mamá, no soportan el picante e incluso me han llegado a reclamar por no avisarles de la intensidad de mi salsa.
Y no crean que es tan picosa como suena, pero pues probablemente no sea del agrado de todas las personas. A esto, como suelo presumir mis ricos chilaquiles y enchiladas con todo mundo, me puse a pensar en la forma de balancear lo picante sin quitarle sabor del chile y al contrario, agregando mucha mayor textura a mis platillos haciéndolos realmente deliciosos.
(Foto: Flickr)
Así que para poder ofrecer mi rica salsa a todo tipo de gustos, comencé a indagar cuál sería la mejor solución lo que me llevó a descubrir que son los lácteos. Y no me refiero a agregarlos como condimento, sino a realmente incorporarlos con la salsa.
Así que si te ha ocurrido que como buena mexicana se te pasa tantito la mano con el chile, lo que más te recomiendo es que tomes tu salsa la lleves a la licuadora y viertas o 1 taza de crema, o 1/4 de barra de queso crema.
Al mezclarlos los efectos lácteos de ambos ingredientes neutralizarán el picante extremo sin quitar sabor alguno y al contrario, agregarán mucha cremosidad, consistencia y un gusto exquisito a tus platillos. Ya si al final decides gratinarlos con tantito queso manchego o gouda, verás que el resultado es como de restaurante.
Haz la prueba y verás que, aunque ames el picante, ¡no te arrepentirás!