Ritual de San Antonio de Padua para ver a tu futuro esposo
Si estás en búsqueda del amor o estás tratando de conectar con esa persona especial,...
Si estás en búsqueda del amor o estás tratando de conectar con esa persona especial, hoy te presentamos el ritual de San Antonio de Padua para ver a tu futuro esposo.
El 13 de junio es el día ideal para que las personas hagan peticiones al llamado «Santo del amor». Y es que es el encargado de unir a las personas que están destinadas a ser.
A razón de ello, si ya te dijeron que pongas a San Antonio de cabeza con tal de que se cumpla el milagrito de casarte o de conocer a alguien, te damos el mejor ritual para esta fecha.
De acuerdo con ACI Prensa, «los fieles, que lo consideran “muy milagroso”, piden su intercesión en las más diversas ocasiones: siempre que un objeto valioso se ha extraviado, cuando se busca pareja para casarse».
¿Cómo se hace el Ritual de San Antonio de Padua para ver a tu futuro esposo?
Para esta ceremonia debes de tomar en cuenta que es este 13 de junio cuando hay que poner en marcha todo lo necesario con la intención de que conozcas a tu futuro marido.
Solo vas a necesitar de un par de zapatos. Cuando te vayas a dormir, no te quites el par derecho que usaste; el izquierdo puedes dejarlo fuera de la cama.
Te pararás a un lado de la cama, tomarás tu zapato izquierdo y dirás:
«En esta noche de 13 de junio a San Antonio de Padua, le pido que me deje ver en sueños a mi futuro marido»
Recuerda que debes de hacerlo depositando mucha fe en que vas a lograr tu cometido de conocer a esa persona especial.
Aventarás tu zapato al aire y te acostarás muy rápido, puedes debes estar en cama antes de que tu zapato toque el piso.
Ojo, quienes están casadas o tienen un novio con el que ya se comprometieron, hacer este ritual podría dejarles un trago amargo pues el ser en cuestión se alejará.
¿Por qué se pide a San Antonio el 13 de junio?
La razón por la que se hacen las peticiones este día es porque en una fecha como estapero de 1231 el santo falleció y fue canonizado por el Papa Gregorio IX a los 35 años.
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