Una de las expresiones más crudas sobre la vida y quizá entre las más dolorosas es cuando un padre pierde a un hijo; justo así lo demostró un papá que siempre se dedicó a trabajar, pero tras la muerte de su hijo se dio cuenta que había desperdiciado mucho tiempo en la oficina.
Tal vez es el estilo de vida o la misma búsqueda por encontrar el éxito en lo material, mantener cierto tipo de nivel socioeconómico, escalar o darle una mejor vida a la familia es lo que lleva a un padre o a una madre a sacrificar tiempo en familia con tal de llevar dinero a casa.
En redes sociales se hizo viral la vivencia dolorosa de un padre quien tras la muerte de su hijo consideró que nada vale más en la vida que pasar tiempo con la familia; pues ni el trabajo ni el dinero devolverán la satisfacción de un abrazo cariñoso o de un «te quiero, papá».
Tras perder a su hijo, este hombre trabajador se dio cuenta de que perdió el tiempo | Fuente: @Pexels
“Abraza a tus hijos, no trabajes demasiado, te arrepentirás de haber invertido ese tiempo en otras tareas una vez que ya no tengas a tu familia», empezó el ocupado empresario J. R. Storment a escribir en su Linkedin la dolorosa situación que atravesó.
Una dura reflexión que puso a pensar a algunos padres en redes sociales
Cuando el papá que vivía siempre enfocado en cuestiones laborales se enteró de la muerte de su hijo adolescente se percató de que había desperdiciado demasiado tiempo en la oficina e incluso no se despidió de su pequeño horas antes de su muerte.
«¿Tienes programadas regularmente esas mismas citas con tus hijos? Si hay alguna lección que sacar de esto, es recordarles a los demás (y a mí mismo) que no se pierdan las cosas que importan“, escribió.
Ni la más grande cantidad de dinero puede devolverte a un hijo muerto | Fuente: @Freepik
El fallecimiento de su pequeño llevó a este hombre a darse cuenta que en un instante la vida cambia y que hay cosas que ni la más grande cantidad de dinero podría cambiar o devolver; de acuerdo con las autoridades, el chico falleció a causa de un ataque de epilepsia.
«Tuve varias reuniones consecutivas, hice un viaje, atendí varias llamadas y regresé a mi oficina. Nada de eso me parece tan importante ahora. Me fui esa mañana sin decir adiós o mirar a los chicos», se lamentó el papá.
Sin duda esta fuerte reflexión hace que los padres consideren la jerarquía de importancia que le ponen a las cosas en su día a día; ¿vale más la pena permanecer pegado al teléfono que jugar con tus hijos?, ¿es más importante el proyecto de emergencia que tu salud mental?
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