Dice una frase popular que se repite con mucha frecuencia: «Más vale una nalgada a tiempo, que un delincuente en la cárcel». Sin embargo, no siempre se trata de un efecto positivo o de «salvación», los expertos tienen mucho qué opinar al respecto sobre un padre que golpea a su hijo.
Hace tan solo unos meses se aprobó una Reforma al Código Civil en el Congreso de Jalisco en el que se impulsó la «Ley Antichancla». Consiste en una ley que estipula que aquellos padres que eduquen a los menores por medio de la violencia podrían acabar en la cárcel.
Esta decisión causó mucho revuelo en redes sociales; los usuarios se dividieron en dos bandos: los que son partidarios del buen «cinturonazo» a tiempo y los que consideran que conciliando, hablando y poniendo el ejemplo es posible llevar una relación mucho más saludable con los hijos.
Pero esta ley no solo tiene que ver con la búsqueda de erradicar la violencia en la primera etapa, también de promover la crianza positiva o consciente. Aunado a ello, diversos expertos han evidenciado el mensaje negativo que dan un padre que golpea a su hijo en el desarrollo de los menores.
Un padre que golpea demuestra que ha perdido autoridad. Foto: Pexels
Si bien el daño físico es punible y deja una huella en los pequeños, también este tipo de acciones son determinantes en el bienestar emocional y mental dentro del desarrollo de los pequeños que apenas comienzan a relacionarse con el mundo.
¿Qué mensaje le das a tus hijos cuando recurres al castigo físico?
De acuerdo con la psicóloga Dense Cummins, cuando utilizas la disciplina pero desde la violencia le están mandando un mensaje poco adecuado a los menores. El primero y quizá el menos preocupante de ellos, es que ya perdiste autoridad frente a los pequeños.
Quizá en un acto desesperado consideres que un golpe puede detener de forma tajante la rabieta de tu hijo o quizá corrija de inmediato el error que cometió; sin embargo, esto solo le indica a los hijos que no existen límites y que careces de autocontrol con respecto a situaciones que están fuera de tu alcance.
La segunda consecuencia negativa que deja un padre que necesita golpear a su hijo es que le está enseñando que los adultos pueden cometer esta clase de acciones violentas. Esto hace más factible que los pequeños repliquen tus actitudes e incluso crean que así es como se solucionan las cosas.
El daño para los menores puede dejarlos marcados de por vida. Foto: Pexels
Recuerda que los niños aún no tienen cerebros plenamente desarrollados y capaces de asumir el autocontrol, razón por la que con el ejemplo les indicas que está bien aprovechar las desventajas de otros para golpearlos. Esto hace hijos golpeadores… de esposas, de hijos… de padres. Un círculo vicioso que jamás termina.
Y si hay algo que marcará de por vida a los hijos más allá de los castigos físicos es que pueden sufrir enfermedades mentales como ansiedad, depresión, abuso de sustancias; así como también son más propensos a desarrollar abuso de sustancias, así como a ser menos empáticos y tener comportamientos inmorales internalizados.
Es importante que consideres que son otros tiempos, por lo que no es necesario que en este punto de la vida debas imitar lo que tus padres hicieron en el pasado. Acabar con las estructuras del pasado también es una manera para hacer las cosas mejor en el futuro.
¿Qué hacer en lugar de recurrir a los golpes?
Como padres es fundamental no canalizar el enojo o la furia a través de los golpes a los hijos. Esta situación solo hace que los pequeños se espanten por tu reacción furiosa y no comprendan qué es lo que ocurre.
Ofrecerle a los hijos la opción de «si haces esto te puede tocar un castigo» o «si haces esto otro podrás tener mejores resultados» es una manera en la que la terapeuta infantil Denise Cummins promueve la crianza positiva.
Con información de Psychology Today, Save The Children
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